El tio Carmelo era hijo y nieto sobre sepultureros; aunque en el acababa la dinastia, porque ninguna moza sobre Arfe ni sobre las pueblos comarcanos quiso unir su fortuna a la de el desagradable e ironico enterrador. La pena sobre la soledad habria amargado tal ocasiin la pubertad de el tio Carmelo desde que llegara a la edad madura, se resignaba tan perfectamente, al parecer, que sus chanzonetas, mofas asi como pullas acostumbraban versar acerca de las casados, las enamorados asi como las novios. Les daba vaya, llegando al atrevimiento sobre aseverar que a todos, a todos sin excepcion, les habian faltado o les habian de escasear alguna oportunidad las novias asi como esposas, asi como solo la misma conjunto de esta chanza la hacia pasadera, por consiguiente an imaginar las arfenos que el sepulturero hablaba Realmente y aludia an alguien en particular, por buena providencia le arrancarian la venenosa lenguaje sobre la boca. Las dicharachos algo libres, sus bromas de penosa jurisprudencia, su perpetua risilla mofadora e insultante, se toleraban, por motivo de que el tinte de desprecio hacia la profesion refluia en el varon, asi como las pueblos, igual que las reyes, no se formalizan por las lenguaterias del infeliz bufon. Aparte, los arfenos, gente gran asi como sin hiel, compadecian a aquel viejo que habitaba entre difuntos, en entero abandono desplazandolo hacia el pelo soledad, desprovisto un afecto que calentase su corazon, sin la nota dulce en su hosca vida sobre cincuenton solitario. Ninguna cosa positivamente malo se sabia sobre el; se le veia conseguir el pan con el sudor de su liga, asi como el mismo horror de su empleo acrecentaba la piedad. Continue reading “En los dominios del hosco viejo se quedo la escaso Puri, despues que hubieron”